Existen cuatro expresiones corporales que, según LenguajeCorporal.org, utilizadas de forma correcta, pueden hacer que un líder se muestre a la vez empático y firme, sin verse blando ni autoritario:
Ojos expresivos: A lo largo de su discurso, debe tomar en cuenta qué expresan sus ojos: Cuando los abre, está llamando la atención sobre un hecho; cuando los entrecierra un poco, está demostrando aplomo y firmeza. ¿Cómo emplear estas dos herramientas? muy fácil: Describa la situación actual de su empresa abriendo tus ojos con naturalidad; cuando vaya a describir sus acciones al respecto, entreciérralos un poco.
Tome las riendas: Un gesto poco común -que debe ser empleado de manera totalmente consciente, en momentos muy concretos del discurso- es el de “tomar las riendas” de la situación. Literal. Tome una posición en la que parezca que sus manos sostienen una rienda imaginaria. Y ése es el secreto del gesto: un hombre recio, líder, impetuoso y que aun así no pierde el “control” de la situación.
Cuidado con las muñecas: Para demostrar que se está al servicio de su comunidad o empresa debe mostrar las palmas de sus manos. Sin embargo, tenga cuidado de caer en el error de “dejar caer” la mano hacia atrás (quebrando la muñeca), lo que lo hará ver sin firmeza, incluso manipulable y en ocasiones traicionero. Para acompañar su discurso, mantenga las muñecas derechas. Esto le acercará a su público y a la vez proyectará fuerza y energía en sus palabras.
Todo, por debajo de la barbilla: Quien tiene el control, y no teme ejercerlo, tendrá la templanza para usar ilustraciones, con sus manos, que no suban más allá de la barbilla; en este caso, la sola presencia debe proyectar autoridad; no caiga en el error de querer “exagerar” su ímpetu, pues más bien restará fuerza a nuestro discurso. Un ejemplo claro era Hitler, cuyos gestos eran un 91% por debajo de la barbilla, aun cuando el contenido de sus discursos era fuertemente emocional.